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Historia de un amor turbio

fondo, Rohan sentiase un poco febril. Luego los expresos, ulalando á toda velocidad, Icon su cola de viento que montaba los papeles de la vía sobre el andén y hundía los vestidos entre los muslos.

Rohan intervino asimismo en dos ó tres temas suficientemente masculinos para no aburrirlo, y escuchó los demás entre las sensa»ciones de su estómago, en labor de pésima digestión.

—Por ejemplo —oyó á la menor de Olivar —los chascos que uno se lleva. Me acuerdo de Iris. Por qué los periodistas no dicen claro lo que es?

Esto suscitó á Rohan una frase que Mercedes empleaba á menudo: «Vamos á la calle Florida á ver á los hombres» Lo que le parecía más curioso era la cantidad de necedad que había en la chica de Olivar, defendiendo su pudor contra Iris, sin que ella lo creyera ni remotamente tan sensible, sin que lo creye-