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HISTORIA DE UNA ANGUILA
—No hables, querida mía; vosotras tenéis siempre algo que decir y por eso no os casáis... ¿Por qué no? Cualquiera que sea, no hay motivo de despreciarle... Quizá sirva de algo... ¿Quién sabe?—suspira la coronela, fijándose con preocupación en sus hijas—. Tal vez esté ahí nuestra suerte. Id a vestiros por si acaso.
FIN