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ANTÓN P. CHEJOV

al otro lado del río en busca de la cuñada del sargento. Kikita está borracho...

el jefe de bomberos

¿Y Alexis?

el guarda de abajo

Alexis, en el río, a coger cangrejos. Usted mismo se lo mandó, porque espera usted convidados.

el jefe de bomberos (Con desdén.)

¿Cómo puede uno servir teniendo a sus órdenes gentecilla semejante? Hombres sin cultura, groseros, borrachos. Si lo supieran en el extranjero ¿qué se diría de nosotros? En París, por ejemplo, los bomberos corren de continuo por la calle, aplastando a los transeúntes. Que haya o no fuego, han de correr siempre. Mientras que aquí, arde el almacén de maderas, ocasionando un desastre inmenso, y nadie se encuentra en su puesto. ¡Que el diablo se los trague! ¡Cuán lejos estamos de Europa! (Vuelve el rostro hacia dentro de la habitación y habla en tono cariñoso.) Máchinka, prepara mi uniforme.