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HISTORIA DE UNA ANGUILA

cado es usted! Por la menor cosa insiste usted en hablar de dinero. Lo importante es el orden, sí señor, el orden... Usted se tiene que acostumbrar al orden.

Entra la doncella con el servicio de te en una bandeja. Iván Matveievitch coge torpemente un vaso y empieza a beber. El te está ardiente. Para no quemarse, Iván Matveievitch lo toma a pequeños sorbos. Come un bizcocho, luego otro; un tercero, y alarga tímidamente la mano para coger otro más. Su manera ruidosa de sorber y de mascar exasperan al Sabio.

—Acabe usted, acabe usted; el tiempo es precioso.

—Siga usted dictando; yo puedo escribir y beber al mismo tiempo. A decir verdad, tengo hambre.

—Naturalmente, puesto que viene usted andando.

—En efecto, ¡qué tiempo tan malo! En mi país es ya la primavera.

—¿Es usted del Mediodía?

—De la provincia del Don. En marzo se siente allí calor. Aquí hay que llevar pellizas; allí todo está verde..., hasta se puede cazar tarántulas.

—¿Para qué las cogía usted?

—Para pasar el rato. Es un entretenimiento muy divertido. Se amarra un pedacito de pez en una guita y se introduce en una madriguera; el maldito bicho se enfada, coge la