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HISTORIA DE UNA ANGUILA

ni cambiarla ni influir en ella; más bien la embrollan. Si un hombre mentalmente normal tiene la convicción de que fulano de tal es culpable, o de que el techo es blanco, no hay Demóstenes que lo obligue a cambiar su juicio, y es inútil luchar contra esto. ¿Quién me convence de que mi bigote es rojo, cuando sé que es negro? Al oír un buen orador, me puedo conmover hasta llorar; pero esto no cambiará mi íntima convicción, basada en la evidencia y en los hechos. Mi abogado me decía que yo era un joven inexperto y que no decía mas que tonterías. Según él, un hecho evidente se pone más claro si gente de conciencia y talento lo aclara, y, además, el talento es una fuerza tan poderosa que puede transformar las piedras en polvo y mucho más las opiniones de mercaderes y burgueses. La debilidad humana no puede luchar con el talento: es igual que mirar al sol o parar el viento. Un solo misionero convierte con su palabra millares de salvajes al cristianismo. Ulises era un hombre de muchísima convicción, y a pesar de esto se dejó engañar por las sirenas, etc. La historia entera está llena de ejemplos semejantes; mas en la vida se encuentran a todo paso, y esto no puede ser de otro modo; si no, no habría ninguna diferencia entre un hombre de talento y un estúpido.

Yo persistía en mi opinión e insistía que la convicción es más fuerte que el talento, a pesar de no poder definir claramente lo que