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de la ciencia moderna, eran, no obstante, un monumento memorable de saber. [1]

La segunda edición del Compendio de Historia Natural la publicó en 1810, en Bolonia, y comprende nuevos materiales y minuciosas descripciones de plantas chilenas, principalmente las de uso terapéutico.

Molina trata con detalles, sobre la descripción geográfica del territorio chileno y sus tierras, aguas, piedras, sales, betunes y metales; hierbas, arbustos y árboles; gusanos, insectos, reptiles, peces, pájaros y cuadrúpedos; agrega un catálogo de especies nuevas, clasificadas, y enumera los vocablos chilenos correspondientes á los propios de la historia nacional.

Sus discípulos publicaron en 1821, una serie de cuestiones científicas con el nombre de Memorias; en la primera, cuyo título es Analogía de los tres reinos de la naturaleza—trabajo leído por su autor en la Academia Pontificia—dá á conocer las creencias de los griegos y egipcios sobre las causas y efectos terrestres, y sostiene que nuestro globo es de forma elíptica, de un gran huevo, como últimamente así lo han sostenido las nuevas teorías de algunos astrónomos. En otro estudio de sus Memorias, diserta sobre la propagación de la especie humana y sobre la unidad de la raza, creyendo que las soluciones de continuidad de los continentes no son bastantes para impedir las primitivas comunicaciones de los habitantes. Las teorías avanzadas que, para aquella época, sostuvo en sus escritos le merecieron una censura eclesiástica la cual fué luego revocada pero que amargó mucho los días del ilustre sabio.

EL cariño á la patria palpitó siempre en su alma; cuando supo que sus bienes fueron confiscados y dedicados á la construcción de la armada nacional, sólo tuvo palabras de aplauso para el gobierno de la nueva república por el feliz uso de su dinero, no pudiendo interpretar mejor su voluntad en beneficio de la patria. [2] Más tarde, cuando se conoció que no había causa para el secuestro de los bienes de este padre jesuíta, el director O'Higgins decretó su devolucińo, más el abate Molina, á pesar de que su subsistencia no era muy holgada los donó en su mayor parte para la fundación de un instituto literario en la ciudad de Talca, lo cual fué autorizado por el obispo Cienfuegos y sancionado por decreto supremo de 5 de julio de 1827.

  1. Biblioteca Hispano Chilena.—Ob. cit.
  2. Elojio de J. Ignacio Molina, escrito en lengua nativa, pronunciado en la Academia de Bolonia por el señor Antonio Santagata.—Trad. al castellano por Pedro Berrios Casamayor Santiago 1856.—Reprod. en los Anales de la Universidad, junio de 1860.