Los hechiceros formaban especies de escuelas para enseñar á sus predilectos, instruyéndolos durante algunos meses y graduándolos, en ceremonia pública, cuando los creían aptos para guiarse por sí solos.
El padre Rosales [1], el historiador más verídico y completo de aquella edad, describe este punto de la manera siguiente:
«Lo más que enseñan á sus hijos y á sus hijas es á ser hechiceros y médicos que curan por arte del diablo, y á hablar en público y á aprendeer el arte de la retórica para hacer parlamento y exhortaciones en la guerra y en la paz. Y para esto tienen sus maestros y á modo de los colegios, donde los hechiceros los tienen recogidos y sin ver el sol en sus cuevas y lugares ocultos, donde hablan con el diablo y los enseñan á hacer cosas aparentes que admiran á los que las ven, porque en el arte mágico ponen todo su cuidado; su grandeza y estima-
- ↑ Historia General del Reino de Chile, Flandes indiano, por el R.P. Diego de Rosales, de la Compañía de Jesús (1535-1652), dos veces Provincial de la Provincia de Chile, Calificador del Santo Oficio de la Inquisición, y natural de Madrid. Dedicado al Rey de España don Carlos II. Publ. anot. y precedida de la vida del autor y de una extensa noticia de sus obras, por Benjamín Vicuña Mackenna. Valparaíso, Imprenta de «El Mercurio». Año 1877.