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LA CERÁMICA VIDRIADA EN SEVILLA

añade: Pero en África no se conocen otros que los llevados de España;» y en otro lugar afirma que «á no ser por España, no hubiera alcanzado el África celebridad ni excelencia alguna.» Atendiendo á los datos expuestos, ocurre preguntar: ¿cómo nació este estilo en Andalacía? Para responder concienzudamente tendríamos que empezar por el estudio de las opiniones diversas que sustentan ilustres escritores. Unos pretenden que la civilización musulmana fué un reflejo de las tradiciones clásicas y cristianas, mientras que otros niegan á los mozárabes toda cultura. No creemos en absoluto pueda aceptarse la una ni la otra. Tan aventurado nos parece negar toda participación en el adelanto artístico á nuestros invasores y cualidades favorables para el desenvolvimiento de las artes, como atribuirles por completo la gloria del florecimiento que alcanzamos en los albores del siglo XII. Bien puede asegurarse, por lo que á Sevilla respecta, que nuestra ciudad continuó siendo durante la dominación mahometana, uno de los centros en que se conservaron, más profundamente arraigadas, las tradiciones del mundo clásico, así como las del tiempo visigodo. Depositaría del saber de aquellas dos épocas^ mereció por este concepto, elogios de los mismos musulmanes, que la consideraron como el asiento de la ciencia y de la cultura latino germánica; y tanto por esto, como por las excelencias de su suelo, por su gran comercio y por su importancia en general, á ella acudirían para buscar refugio en los días de la conquista musulmana, muchas de las familias más nobles y ricas. No obstante de que la mayor parte de sus naturales, unos se convirtieron en mulladies y otros continuaron en el uso de su religión y de sus costumbres, disfrutando de la condición de mozárabes, para conservar así su fortuna particular y su modo de vivir, es razonable suponer que no por eso renunciarían á las ocupaciones y trabajos que les facilitaban los medios para atender á sus menesteres y á sus comodidades. Simonet, Tubino, Madrazo, Valera y otros doctos escritores, reconocen la superioridad de la cultura hispano-cristiana sobre la de nuestros invasores, la cual no desapareció ciertamente á raiz de la ruina del imperio visigótico, sino que se trasmitió á los mozárabes y mulladies. Por otra parte, no hay que buscar monumentos árabes notables hasta