debía hacer, la voz de Júpiter se hizo oir de nuevo.
—Tengo mucho miedo de aventurarme un poco lejos sobre esta rama. Es una rama seca en casi toda su estension.
—¿Dices que es una rama seca, Júpiter? gritó Legrand con una voz vibrante de emocion.
—Si, amo, seca como un viejo clavo, es negocio hecho, esta muerta, sin vida.
—En nombre del cielo, ¿qué hacer? preguntó Legrand que parecía presa de un verdadero desaliento.
—¿Qué hacer? dije yo, alegre de encontrar la ocasion para hablar una palabra razonable, volver á casa é irnos á acostar. Vamos, venid! Sed amable, camarada. Se hace tarde y luego acordaos de vuestra promesa.
—Júpiter, gritó sin escucharme una palabra, dįme oyes?
—Sí, amo Will, os oigo perfectamente.
—Hiere con tu cuchillo la madera y dime si la encuentras muy podrida.
—Podrida, amo, bastante podrida, replicó enseguida el negro, pero no tan podrida como podía estarlo. Yo podria aventurarme un poco más sobre su rama, pero yo solo.
—Tú solo, ¿qué es lo que quieres decir?
—Quiero hablar del escarabajo. Es muy pesado este escarabajo. Si en seguida lo dejase, la rama soportaría, sin romperse, el peso de un negro.