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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

petable y lucrativa profesion de componer y remendar fuelles; profesion, que en verdad, hasta estos últimos años, en que todo lo ha invadido la política levantando á nuestra generacion de cascos, era la industria más productiva que podia ejercer en Rotterdam un ciudadano honrado, tal cual siempre lo he sido yo. Estaba acreditado, me sobraba parroquia, y no me faltaban dinero ni buenos deseos; mas como ya dejo indicado, no tardé en sufrir los efectos de la libertad, de las peròratas interminables, del radicalismo y otras drogas semejantes: porque á algunos que hasta aquella época habian sido los mejores parroquianos del mundo, les faltaba el tiempo necesario para pensar en mí, no teniendo suficiente para estudiar la historia de las revoluciones, y vigilar afanosos los progresos de la inteligencia y el espíritu del siglo.

Encendian la lumbre sin más fuelle que los periódicos, y á la par que crecia la debilidad del gobierno, adquiria yo la conviccion de que el cuero y el hierro aumentaban en tenacidad y resistencia de modo tal, que acabó por no encontrarse en todo Rotterdam un solo fuelle que hubiese menester compostura, ni que exigiese las caricias del martillo. Semejante situacion era insostenible; no tardé mucho tiempo en verme más pobre que una rata, y como por añadidura tenia mujer é hijos que mantener, mis obligaciones llegaron á hacérseme insoportables, de manera que concluí por ocupar todo mi tiem-