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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

riencia de las plumas y arrojé un puñado por la válvula. No oscilaron tambaleándose como yo esperaba, sino que cayeron verticalmente, reunidas como una bala y con tal velocidad, quelas perdí de vista en muy pocos segundcs. Por de pronto no supe á qué atribuir semejante fenómeno, pues hallaba muy dificil que mi velocidad de ascension se hubiera acelerado de modo tan prodigioso y repentino; pero no tardé en reflecsionar, que en una atmósfera tan dilatada y ligera como la que me rodeaba, las plumas no podian sostenerse y bajaban realmente con gran rapidez, tal cual á mí me pareció lo hacian; por manera que la causa de mi sorpresa, la produjo únicamente ver sumadas las velocidades de su caida y mi ascenso.

A las diez no tenía ya cosa alguna de importancia que hacer, ni que reclamase mi inmediata atencion, por manera que podía muy bien decir que mi negocio caminaba viento en popa: además estaba persuadido de que el globo ganaba en altura con velocidad siempre creciente, sin embargo de que carecía de medios para apreciarlo ó medirlo. Nada me incomodaba ni molestaba gozando de un bienestar que no habia esperimentado desde que salí de Rotterdam; empleaba -el tiempo en arreglar y verificar los instrumentos, y otros ratos en renovar la atmósfera de la cámara, cuya última operacion determiné ocuparme de ella con intérvalos iguales de cuarenta minutos, más bien por garantir completamente