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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

me traerá el perdon impetrado, si fuere dable obtenerlo.

Tengo el honor de ofrecerme á Vuecencias como su más humilde servidor: HANS PFAALL.

Terminada la lectura de tan estraño documento, el profesor Rudabub, en el colmo de la sorpresa, hay quien afirma dejó caer al suelo la pipa; y Mynheer Superbus Von Underduk, se quitó, limpió y guardó los anteojos en el bolsillo, y olvidándose de sí mismo y de su dignidad, llegó hasta hacer tres piruetas sobre el talon izquierdo, víctima de la quinta esencia del pasmo y de la admiracion.

Se obtendría el indulto; esto no podía ofrecer la más ligera duda; al menos el buen profesor Rudabub así lo juró y perjuró con un verdadero juramento, siendo idéntico el parecer del ilustre Von Underduk, que cogiendo del brazo á su cólega, anduvo sin desplegar los lábios la mayor parte del camino que mediaba hasta su casa en que quisieron comenzar ya á tomar aquellas medidas de mayor urgencia. Sin embargo, llegados á la puerta ocurriósele al profesor que puesto que el mensagero había considerado oportuno marcharse (aterrado indudablemente al ver las fisonomías salvajes de los vecinos de Rotterdam), sería de escasísima utilidad el perdon, porque solo un habitante de la luna era