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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS

te de la ventana me impidiera detenerme á mi sabor en aquel exámen, me pareció que, gracias á la singular disposicion moral en que me encontraba, podia leer en brevísimo intérvalo y de una ojeada ansiosa la historia de largos años en la mayor parte de las fisonomfas.

Apoyada la frente en la ventana, y embebido enteramente en la contemplacion de la multitud, se presentó á mi vista de improviso una cara particular la de un hombre gastado y decrépito, de sesenta y cinco á setenta años, fisonomía que desde luego absorvió en sí mi atencion completamente, merced á la absoluta idiosincracia de su espresion.

Hasta entonces jamás habia yo visto nada semejante á esta espresion, ni aun en grado remoto.

Recuerdo perfectamente que mi primer pensamiento viendo esta cara, fué que Retzch, al verla como yo, la hubiese preferido á todas las figuras, en las cuales ha intentado su génio diabólico encarnar el espíritu de las tinieblas. Como yo procurase, bajo la impresion de aquel espec, táculo, establecer un análisis del sentimiento general que me había comunicado, sentí elevarse confusamente en mi alma las ideas de vasta inteligencia, circunspeccion, malicia, codicioso deseo, sangre fria, malignidad, sed sanguinaria, astucia diabólica, terrores y alborozos, pasiones ardientes y suprema desesperacion.

Me reconoci dominado, seducido, cautivo,