carácter de la persona que esta noche ha ganado una suma enorme á lord Glendinning, y por lo tanto voy a indicarles un medio expedito y decisivo para obtener importantes informes: sírvanse examinar con detención el forro de su manga izquierda y los pequeños paquetes que se hallarán en los bolsillos bastante grandes de su bata bordada.
Mientras hablaba, el silencio era tan profundo, que se hubiera oido caer un alfiler en la alfombra, y cuando hubo concluído, salió tan bruscamente como había entrado. ¿Cómo describir mis sensaciones? ¿Será necesario decir que me pareció estar rodeado de todos los horrores del infierno? Poco tiempo tuve para reflexionar; varios brazos me cogieron con fuerza, y al punto se mandó traer luz, siguiéndose á esto un registro completo. En el forro de mi manga se hallaron todas las cartas principales del ecarté, y en los bolsillos de mi bata cierto número de barajas del todo semejantes á las usadas en nuestras reuniones, sólo que las mías estaban convenientemente preparadas por medio de señales sólo perceptibles para mí.
Una tempestad de indignación me habría afectado menos que el silencio despreciativo y la calma sarcástica que se produjo por este descubrimiento.
—Señor Wilson—dijo el dueño de la casa, bajándose para recoger á sus pies una magnífica capa guarnecida de preciosas pieles—señor Wilson, esto es de usted (el tiempo estaba frío, y al salir de mi habitación me había cubierto con una capa, de la cual me despoje al llegar á casa de mi amigo). Presumo—añadió, mirando los pliegues de mi traje con amarga sonrisa—que será inútil darnos aquí nuevas pruebas de su habilidadpues ya tenemos las suficientes. Espero que comprenderá usted que debe salir de Oxford, y por lo pronto de mi casa, ahora mismo.
Envilecido, humillado así y cubierto del lodo de la