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Página:Historias extraordinarias (1887).pdf/337

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LIGEIA



¿Quién conoce los misterios de la voluntad, así como su vigor? Dios no es otra cosa sino una gran voluntad que penetra todas las cosas por la intensidad que le es propia. El hombre no cede á los ángeles ni se entrega del todo á la muerte sino por el achaque de su propia voluntad.



A

fe mía no puedo recordar cómo y cuándo, ni siquiera dónde, conocí por primera vez á la señorita Ligeia. Largos años han transcurrido desde entonces, y dolorosos padecimientos han debilitado mi memoria; ó tal vez no pueda recordar ahora estos puntos porque, á decir verdad, el carácter de mi amada, su rara instrucción, su género de belleza, tan singular y plácida, y la subyugadora y penetrante elocuencia de su profunda palabra musical, se han infiltrado en mi corazón tan poco á poco, pero de una manera tan furtiva y con tal constancia, que no paré mientes en ello.

Sin embargo, creo que la encontré por primera vez,