cadena antes que la puerta se abriese, y al salir cerró sin duda aquella. Poco después fué cogido por el marinero, que le vendió á buen precio al Jardín de Plantas.
Lebon fué puesto en libertad cuando referimos todas las circunstancias del crimen, razonadas con algunos comentarios de Dupin, en el mismo despacho del prefecto de policia. Este funcionario, por mucho que apreciara á mi amigo, no pudo ocultar su mal humor al ver el giro que tomaba el negocio, y permitióse algún sarcasmo sobre la manía de las personas que intervenian en sus funciones.
—Déjele usted hablar—dijo Dupin que había juzgado conveniente no replicarle;—déjele usted charlar para que desahogue su conciencia. Me alegro mucho de haberle batido en su propio terreno. Nada de extraño tiene que no haya podido aclarar la cosa, y esto es menos singular de lo que él cree, porque nuestro amigo el prefecto peca demasiado de astucia para ser profundo. Su ciencia carece de base; todo es en ella cabeza y le falta el cuerpo, como á los retratos de la diosa Laverna, ó si le parece á usted mejor, todo es cabeza y hombros, como el bacalao. No obstante, es un buen hombre, y yo le aprecio particularmente por un maravilloso género de canto al que debe su reputación de genio. Refiérome á su mania de negar lo que es y explicar lo que no es.