corto espacio de tiempo, que aprovechó en sacar del bolsillo de su paletot, con rapidez y agitacion, una gran cartera de tafilete, examinándola con recelosa sorpresa, evidentemente admirado de su peso. Abríola al fin, sacó de ella una enorme carta sellada con lacre rojo y cuidadosamente envuelta con un hilo del propio color, y la dejó caer exactamente á los piés del burgomaestre Superbus Von Underduk.
Su Escelencia se inolinó para recogerla, pero el aereonauta, mostrando siempre la 6.
misma inquietud, y no teniendo por lo visto otros negocios que le detuviesen en Rotterdam, comenzó precipitadamente á arreglar sus preparativos de marcha, arrojando uno tras otro hasta media docena de sacos del lastre que llevaba, con el intento de poder así elevarse nuevamente ; mas como no quiso tomarse la molestia siquiera de vaciarlos,