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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial
¡Qué importante es, Venerables Hermanos, que esto sea bien entendido por todos, ya que no pocos oradores sagrados descuidan las Sagradas Escrituras, los Padres y Doctores de la Iglesia, los argumentos de la teología sagrada, y usan casi exclusivamente el lenguaje de la razón! Ciertamente es un error, ya que los pequeños argumentos humanos no son productivos en el orden sobrenatural.—Si a este criterio se opone: no se puede dar crédito al predicador que usa solo las verdades reveladas.—¿Es esto realmente cierto? Sea en todo caso para los no católicos, aunque el Apóstol predicó a Cristo crucificado también a los griegos, que buscaban la sabiduría de este mundo[1]. Pues si dirigimos nuestros ojos a las poblaciones católicas, incluso aquellos que se han alejado de nosotros retienen la raíz de la fe, pero sus mentes están cegadas porque tienen un corazón corrupto.

Finalmente, ¿con qué espíritu predicó Pablo? No para complacer a los hombres, sino a Cristo: Si complaciese a los hombres, ya no sería un siervo de Cristo[2]. Con el alma toda iluminada con la caridad de Cristo, nada buscaba sino la gloria de Cristo. Que la Providencia quiera que todos los que trabajan en el ministerio de la palabra amen verdaderamente a Jesucristo y hagan suyas las palabras de Pablo: Por amor a él (Jesucristo), consideré todas las cosas como basura[3] y Mi vivir es Cristo[4]. Solo aquellos que arden con amor pueden inflamar a otros. Por esta razón, San Bernardo aconseja al predicador: «Si eres sabio, trata de ser una concha no un canal»[5]. Es decir: tú mismo debes estar lleno de lo que dices y no te contentes con comunicarlo a los demás. «Pero, como dice el propio Doctor, hoy en la Iglesia tenemos muchos canales y muy pocas conchas»[6].

Para que esto no suceda en el futuro, debéis comprometeros con todas vuestras fuerzas, Venerables Hermanos, rechazando los indignos y eligiendo, preparando, guiando a los idóneos para formar predicadores, cuanto más sea posible, de acuerdo con el corazón de Dios.

  1. 1 Cor., 1, 22, 23.
  2. Gal., 1.10
  3. Philip., 3, 8.
  4. Ibid., 1, 21.
  5. In Cant. serm. 18.
  6. Ibid.