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"Cipriano, antes que al comerciante
enriquecido por su tesón y su esfuerzo, admiraba
al que merced a su ingenio introducía una
innovación en el producto, de tal manera que, sin
saber por qué ni por qué no, venía de pronto a
modificar la voluntad de compra de los clientes."
(Miguel Delibes: El hereje, 1998, p.213)