134 PANORAMAS DE LA VIDA
locutorio en dos zonas, una luminosa, otra sombría.
Parecíamos dos almas comunicándose entre la vida y la eternidad.
Mis conductores esperaban—Adios!—me dijo Carmela, dejando caer sobre su rostro el velo para ocultar una lágrima — adios, querida Laura! Probable es que no volvamos á vernos mas en este mundo; pero acuérdate que Ariel y yó te esperamos en el cielo...
Y nos separamos.
Laura se interrumpió de repente. El ahogo, resto de su cruel enfermedad, anudó la voz en su garganta, y le ocasionó un síncope que duró algunos minutos.
Prodiguéle socorros, y logré reanimarla.
—Pero, hija mia,—la dije—esto es horrible, y preciso es llamar al doctor P.
—Quiéres que vuelva á caer en ese pozo de arsénico ?
—Ha sanado á tantos con ese remedio !
—El mio es el del Judío Errante—Anda! anda !
—Partir! No te cansa ese eterno viajar?
—Es necesario ; pues que solo así puedo vivir.
—Pero, desdichada, ¿y nuestras conferencias ?
—Las escribiré en todas las etapas de mi camino,
y te llegarán por entregas, como las novelas que vende Miló de la Roca.