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PEREGRINACIONES 159

que tales iniquidades se consumen sin grandes castigos Ó grandes reparaciones ....

Cuando la infeliz madre aguardando la hora de su fuga, espiaba, pegados los ojos á la cerradura de la puerta, el momento en que su tirano se entregara al sueño, vióle destornillar la columna de sulecho, que representaban cuatro figuras de madera, y las rellenó de oro, vaciando en ellas su arca.

La esclava no vió mas, y huyó, llevando consigo el secreto de aquel tesoro.

Despues de su muerte, acaecida pocas horas despues que me hubo referido su lastimosa historia, temiendo la fragilidad de la memoria consigné por escrito este hecho en un papel que guardé en el escapulario, esta reliquia que llevo siempre conmigo. Héla aquí: consérvalo en memoria mia, y haz uso para tomar tu herencia, del itinerario que encierra.

Pocos momentos despues, el viejo capataz espiró en los brazos de su hijo adoptivo que lo lloró con lágrimas filiales.

Cuando hubo cerrado sus ojos y sepultado su cuerpo al lado de la esposa que lo aguardaba en el cementerio, el hijo de la esclava, solo ya en la tierra, cerró la morada hospitalaria que albergara su infancia, y vino á esta comarca desconocida para él, á cumplir una mision mas sagrada todavía.