164 PANORAMAS DE LA VIDA
raudales que fertilizaban interminables praderas, cubiertas de ganado y sombreadas por grupos de árboles bajo cuya fronda se cobijaban pintorescas chozas cubiertas de dorada paja y alumbradas por la alegre llama del hogar.
Qué dulce y apacible existencia forjaba mi mente en esas humildes moradas del pobre! Tenia envidia á esas mugeres que hilaban sentadas al lado del fuego; á los niños que jugaban entre la maleza bajo los rayos calurosos del sol.
Y abandonando el idilio, el pensamiento se engolfaba en el suntuoso mirage de las innumerables ciudades, que el porvenir haria surgir en las ricas y dilatadas comarcas que se estendian á mi vista, en un inmenso horizonte; unidas por líneas de ferro-carriles, donde el silvido del vapor surcaba los aires y la poderosa locomotora, cruzando los espacios llevaba la riqueza y la civilizacion á las mas apartadas regiones.
En aquel éxtasis de profética alucinacion pasé tres largas jornadas, dejando atrás las verdes llanuras del Ceibal y las antiguas tradiciones ¡jesuíticas de San Ignacio y Valbuena, con sus derruidos muros y sus vergeles abandonados, donde el árbol frutal cruza sus ramas con el árbol de la selvas, y la vid se enlaza á las agrestes lianas.