176 PANORAMAS DE LA VIDA
Era alto, esbelto y de altivo ademan; su solo aspecto anunciara un gefe de tribu, si no lo indicara la pluma de garza prendida en la banda roja que ornaba su frente.
Inés besó la flor.
El guerrero aspiró aquel beso en el aura inflamada de la tarde.
Y ambos quedaron inmóviles, mirándose en apasionada contemplacion.
Y en tanto que ardientes efluvios se cruzaban en alas de la brisa, bajo la sombra de un matorral, dos ojos acechaban, airados, fulgurantes, amenazadores:
Los ojos de una muger.
Tnés, tronchando el tallo de un jirasol, mostró al guerrero aquella dorada flor, que en lengua mocobí se llama—magnami— Ven !
El indio respondió disparando al aire una fiecha que significa— Volaré hácia ti.
Pero cuando alejándose no sin volver mil veces para mirarse todavía, el guerrero y la jóven hubieron desaparecido, alzóse de trás el matorral una muger pálida, desmelenada, terrible. Con una mano golpeó su bello pecho desnudo; con la otra envió hácia la opuesta orilla una señal de horrible amenaza.
Despues, mesando sus cabellos en un arranque