214 PANORAMAS DE LA VIDA
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La nueva Hécuba
De regreso á la posada, encontré mi equipaje alistado por Francisca; y á esta, que sentada en el suelo, me aguardaba llorando.
—¿Qué tienes, querida mia?—la pregunté conmovida—¿Por qué ese llanto?
—¡Y me lo pregunta vostra señoría! y me vé arreglando sus bagajes para que se marche de aquí, y que la pobre Francisca no vuelva á verla mas !
—Fácil es, amiga mia, que sigas viéndome siempre —díjela, pensando en el tesoro que yo habia hecho voto de emplear rescatando los crímenes de mi abuelo.
—Ah!—exclamó ella—;¿ sería vostra señoría tan buena que se quedara por amor de esta negra?
—No, hija mia; pero hay otro medio para no separarnos jamás.
—Ah! dígalo vostra señoría, y no me engañe despues de darme esa hermosa esperanza!
—Pues bien! Si tú quisieras buscar otro amo ¿en cuánto te apreciaría tu señora ?
—En el inventario que de los bienes del amo se hizo despues de su muerte, fuí yo tasada en doscientos patacones.