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Página:JM Gorriti Panoramas de la vida 1.djvu/220

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220 PANORAMAS DE LA VIDA

—Ha partido! — exclamé — ¿ha partido, has dicho tú?

—Sí, señora, partió para Europa con su esposa, que vino á buscarlo; y ambos deben hallarse á estas horas en Viena, donde se dirijian, segun les oí decir .....

Pero ¿que tiene la señora? ¿Se siente enferma?

Yo no lo escuchaba. Habia caido en tierra, casi exánime, pálida, helada, secos los ojos y el corazon henchido de sollozos.

Cuando pude darme cuenta de lo que sucedía en torno mio, ví que aquel hombre, ocupado en socorrerme, rociaba mis sienes con vinagre, y procuraba consolarme como podia.

—No se aflija la señora—estaba diciéndome— Aquí estoy yo para servirla, y nada le faltará; como que la casa encierra cuanto puede necesitar una dama tan mimada como la esposa del conde.

Pero—añadió-—él lo dirá ú la señora en una carta que me encargó de entregarle.

Y yendo á buscarla en un tarjetero del salon, presentómela en una bandeja de plata.

Toméla con avidez y la abrí.

—Te amo!—habia escrito una mano agitada— te amo, Laura mia. Tú eres mi solo, mi único amor, si es verdad que este sentimiento sea una mezcla de ternura infinita y de fervorosa adoracion.