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294 PANORAMAS DE LA VIDA

En ese momento entró Inés.

—Dormilona!—díjome, riendo á carcajadas.

Esta vez he acabado de convencerme de que el sueño que de tíse apodera es muy natural; y además, tan profundo, que no queriendo interrampirlo ni dejarte sola sentada en una sala, á riesgo de dar una caida me resolví á desnudarte ... . ¿Qué tal, tu camarera? ¿No es verdad que he arreglado con gusto las piezas de tu lindo trousseau? Enrique y el coronel me encargaron la mision de esta sorpresa, que tan bien ha favorecido tu sueño.

Pero sabes, querida mia, que es intolerable y por demás descortés, el dormirse dejando plantado á su interlocutor en plena conversacion? Oh! si por vengarme hablara de ello á tu padre ó á mi hermano, cuánto reirian de tí...

Pero, levántese la perezosa: dé un vistazo á todo esto, y venga conmigo á reunirse con su amado, que la espera en el comedor, al parecer con mucha hambre. Y tenga entendido la bella desposada que al marido jamás le haga aguardar en la mesa:

Yo la dejaba hablar, encantada de aquella charla alegre y lijera, que disipaba poco á poco las sombrías fluctuaciones de mi espíritu.

Y bien! Inés afirma que aquello que yo creo un síncope es un sueño natural; y quizá tiene razon.