JUEZ. Y VERDUGO 323
—Estoy, como David, preguntando á mi alma porqué está triste.
—Busquemos la repuesta de tu alma en el primer epígrafe de este libro.
Y abriéndolo buscó el capítulo primero.
<« Presentimientos! » E Esta era la sola frase que formaba el epígrafe.
Al leerla, las dos jóvenes se abrazaron, y cayendo de rodillas oraron con fervor.
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Una adicion
Cuando Inés leyó el artículo publicado en la erónica de «El Comercio,» su linda boca se entreabrió con una hechicera sonrisa iluminada por dos hileras de perlas. Pero si Aura hubiera visto esa sonrisa, habríala aterrado mas que el siniestro epígrafe.
Inés escribió ese dia á una amiga suya residente en Paris:
«Si vieras la deliciosa existencia que llevo en esta encantada Lima, cuyo nombre suena á tu oido como el de la Hisphan de las Mil y una Noches. »
« La fortuna, empeñada en mimarme, ha realizado