EL POZO DEL YOCCI 415
cruel con el soldado, malo debe ser. ¡Estas niñas que todo lo ven color de gloria ....
Concluida la lúgubre ceremonia de la extrema uncion, el sacerdote cogió sobre el ara una corona de azucenas, púsola en la blonda cabeza de la novia, y juntó su mano á la de Aguilar, hizo las solemnes demandas y los unió para siempre.
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El lecho de muerte
Una sorda imprecacion respondió á las palabras del sacerdote. Aurelia la escuchó, y la vision misteriosa de la caverna de Iruya se alzó en su mente. Espantada, tendió una furtiva mirada en torno, y sus ojos se encontraron con los del desconocido . . .
En ese momento sintióse en el salon inmediato un rumor confuso de voces y de armas; y al mismo tiempo, el coronel Peralta, lanzándose de repente en medio de la cámara, seguido de algunos soldados —Hé ahí el agente de Braun, gritó, señalando al desconocido—hé ahí el gefe de la conspiracion que debia estallar esta noche. Prendedle!
Heredia y Aguilar desenvainaron sus espadas: pero el incógnito arrojando su embozo, empuñó la suya, y veloz como el pensamiento, blandióla en todos los sentidos, hirió ú Peralta, abrióse paso y se arrojó á fuera.