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Página:JM Gorriti Panoramas de la vida 1.djvu/418

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418 PANORAMAS DE LA VIDA

El sacerdote, de pié á la cabecera del lecho mortuorio, con una mano le mostró el cielo; con la otra le entregó una carta cerrada y sellada con las armas de SU Casa... ....... Algunas horas despues, á la luz de los cirios que ardian en una capilla ardiente, Aurelia, sentada á la cabecera del féretro de su madre, abria con mano trémula aquella carta, y ponia en ella sus Ojos... .

En la noche de ese dia, Juana, la linda esposa del general Heredia, sola en su retrete, hallábase recostada en los cogines de un divan.

La negligencia de su actitud, contrastaba singularmente con la espresion de su rostro que revelaba una violenta lucha interior.

Una de sus manos jugaba distraida con los rizos de su cabellera, y la otra sostenia un libro cerrado, en el que apoyaba su linda cabeza, como si cansada de buscar algo en sus páginas, lo pidiera á su ardiente imaginacion.

Una mano discreta llamó suavemente en los cristales forrados de tafetan rosado que formaban la, puerta.

—Quién está ahí—preguntó Juana, fingiendo una voz soñolienta y cerrados los ojos.

—Una muger encubierta desea hablar á la señora —dijo un criado entreabriendo la puerta.

A la palabra encubierta, los hermosos ojos de