EL POZO DEL YOcc1 423
XI La espía
Juana estaba pálida y en sus ojos habia la ansiedad dolorosa del que á la vez anhelaba y teme. La mulata sentada á sus piés, dijo, mirando recelosa á Aurelia, que habia cubierto de nuevo su rostro con el velo—Puedo hablar ?
—Habla! repitió la esposa de Heredia—háblame de esa muger, que se ha vuelto la idea fija de mis dias, la pesadilla de mis noches. Está con ella Alejandro?
—Al anochecer, partieron ambos para Castañares, donde ella dará mañana un banquete á sus parciales . . . . Pero yo comienzo por el fin ....
Escuche mi ama, continuó la mulata en voz baja, aun que ello va á causarle mucha pena.
—Cuando hay rabia en el corazon, nada temas de la pena. Habla!
— Ayer estaba ella en su retrete, acostada sobre un monton de cogines de terciopelo granate. Por supuesto, como siempre vestida de blanco, llevaba ahora una bata de gasa trasparente, de escote y mangas perdidas, que la dejaban descubiertos los brazos, el seno y los hombros. Tenia en las manos