EL POZO DEL YOCC1 427
siempre, cuando estoy á tu lado, Alejandro, en las regiones de lo sublime. Miedo tengo del vertiginoso descenso hasta las caballerizas donde retoza el objeto de mi anhelo.
Tenebroso! gritó Juana, antes que la mulata hubiera repetido las últimas palabras de su marido— Tenebroso, mi veloz caballo, el lindo potro que yo robé, seducida por su belleza, de las yeguadas
—Hace cuatro horas que se halla en la caballeriza de Fausta.
—Ah! exclamó Juana con voz sombría ..... y condenan la venganza, cuando el agravio se apodera de ella! . . . . Yo mataré ¿esa muger.
—Juana, qué dices?—murmuró Aurelia, alzándose trémula del divan.
—Aura ¡ah! perdona, alma mia? habia olvidado tu presencia!
Pero hablando así, la frente de Juana se iluminó de repente con un gozo siniestro y volviéndose á la mulata:
—Rafe—la dijo—me amas?
—Qué si la amo, me pregunta mi ama! exclamó la mulata, contemplando á Juana con adoracion— Valdria tanto preguntar si la tierra ama al sol; ó los ángeles aman á Dios. Ah! quien me arrancó