UNA VISITA AI. MANICOMIO 131
ei, aquella en el interior de esa mansion mas temible que la tumba.
Asida al brazo de la superiora caminaba yo profundamente conmovida a la idea de las escenas dolorosas que iba a presenciar.
Pero :1 medida que avanzabanios, ofreeianse a mis ojos cuadros de una alegria y sencillez infantiles que serenaron mi espiritu y me dieron animo para contemplar en todos sus detalles la fantastica existencia de esos seres, cuya alma habita el mundo misterioso de los delirios.
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En dia hlo enmmon-ado
Era la hora de la recreacion. Los pensionistas de la casa tenian ante si ese tiempo de ocio, y 10 empleaban al grade de su fantasia, riendo, hablando (3 meditando.
Aqui entre las columnas de un pértico, una antigua. actriz ensayaba su rol y esclamaba:
- Quiere que crea que lo persigue un Di0s!. . . . .
- C0m0 si los dioses fueran como Dido . . . .
——Lucia!—dij0 con dulce acento lahermana Teresa.
—Madre—resp0ndi(') la reina de Cartago, cambiando en un gracioso movimiento la amarga sonrisa, de su labia.