148 PANORAMAS DE LA VIDA
Con la cabeza inclinada fuera del coche, contemplaba el paisaje, cual si buscára algun sitio de ella conocido.
De pronto, mandó parar el coche, y arrojándose fuera del carruage, sin esperar que este se detuviera, dióse á registrar con la mirada en torno.
—¡Ah!—esclamó de repente sacando de entre dos piedras un objeto que estrechó en su pecho —Mi ramillete! mi pobre ramillete de violetas!
Y un torrente de lágrimas regó las marchitas flores.
Pero muy luego llegamos á su casa y la alegria de la familia, y los besos maternales secaron aquellas lágrimas, como los rayos del sol secan sobre los pétalos de una rosa el rocio de la mañana.
Delfina ha recobrado la salud y con ella la plácida sonrisa de otro tiempo.
Consagrada á la música, toca y canta con gusto primoros0o; pero en su piano, así como en su voz, hay una nota mas: la del dolor.
FIN DE UNA VISITA AL MANICOMIO