150 PANORAMAS DE LA VIDA
De pronto, y al través de las ráfagas de viento que me cegaban, ví relumbrar un objeto entre los guijarros del camino.
Volvíme atrás, y desmontando, para examinar lo que era, recojí una elegante y escéntrica joya. Era una leontina compuesta de doce pepas de oro de forma y colores diversos. Engarzábanlas anillos mates del mismo metal, y en algunas de ellas habia incrustadas partículas de pizarra y cuarzo.
Juzgué, desde luego, que aquella alhaja habia sido perdida recientemente, y me proponia averiguarlo adelante, cuando ví venir á lo léjos un hombre, que, inclinado sobre el cuello de su caballo, y apartando con la mano las ramas de los tolares, parecia buscar algo en el suelo.
Al divisarme, corrió hácia mí con visibles muestras de angustia, que yo abrevié yendo á su encuentro, y presentándole la joya.
Imposible sería pintar la espresion de gozo que al verla brilló en sus ojos. Me la arrebató, mas bien que la tomó de mis manos; estrechóla contra el corazon, y'la enganchó en el reloj y el ojal de su chaleco con un anhelo que se balanceaba entre la veneracion y la codicia.
En seguida, y como si saliera de un éxtasis, volvióse á mí, y me saludó dándome gracias y rogándome perdonára su preocupacion.