216 PANORAMAS DE LA VIDA
Vivo, Samuel hubiese sido á mis ojos un malvado, y me habria alejado de él con repugnancia; muerto, olvidé que era un infame encubridor de robos; que fué un avaro sin conciencia ; que se habia conducido villanamente conmigo, defraudándome el precio de mi trabajo en perjuicio de mi madre. Todo esto olvidé para recordar sus cariñosas palabras, y el encanto de su voz. Sentí que me habian apegado á él esos lazos invisibles pero fuertes de la costumbre, que tan profundamente arraigan en el alma de los niños; y lloré por él lágrimas de verdadero dolor; y pasé la noche velando al lado de su cadáver.
A la mañana siguiente, cuando salí á buscar quien me ayudase á sepultar al muerto, encontré un grande vacío en torno á nuestra tienda. El terror al contagio la habia aislado completamente.
Nadie quiso prestarme su auxilio; y fuerza me fué cumplir solo este deber.
Pero, como dice el adajio, no hay mal que por bien no venga. Así, este espanto, fuéme tan favorable que me permitió, al abrir la sepultura bajo la tienda misma, extraer mi tesoro y alejarme sin escitar sospecha alguna.
Valíme para ello del carro en que habíamos traido de Sacramento nuestros útiles de trabajo. Era una especie de caja, colocada sobre dos ruedas altas á propósito para atravesar las cenagosas llanuras.