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EL FANTASMA DE UN RENCOR 259

presencia, tu voz, la voz que condenó á Enrique, me impedirian perdonarte.

Hé ahí que viene—continuó, con terror—Asesino de Enrique, aléjate, huye, ó te doy mi maldicion! .... Ah!!!

Esta esclamacion fué acompañada de un grito que atrajo en torno del lecho á la familia

—Qué tienes Rosalía ?—Rosalía que sientes?— le preguntaban.

—Socorro !—esclamó la enferma—socorro para Eduardo, cuyo caballo espantado de mi sudario acaba de arrojarlo átierra donde yace sin sentido!

—Está delirando! dijeron los suyos—y no podrá recibir los sacramentos !—

No de allí ¿4 mucho, mi enviado llegó solo.

—Y Eduardo?

—El caballo, que montaba, espantado al atravesar un grupo de sauces, á la entrada de las primeras huertas del pueblo, se ha encabritado arrojándolo contra una tápia. Lo he dejado sin sentido, y vengo en busca de auxilio para volverlo en sí, y traerlo.

Trajeron en efecto á Eduardo, repuesto ya de su caida.

A su vista el delirio se desvaneció en la mente de la enferma, que reconociendo á su hermano, le tendió losbrazos, y los restos de su resentimiento se fundieron entre las lágrimas y los besos fraternales. Recostado