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416 PANORAMAS DE LA VIDA

Aguilar fijó en su esposa una mirada sombría y siguió al fugitivo.

A la vista del desconocido, cercado de enemigos y amenazado de muerte, Aurelia iba á arrojarse delante para defenderlo; pero una mirada que dirigió al lecho de su madre, la detuvo.

La morimunda incorporada, casi de pié, los ojos fijos en el incógnito y tendiendo hácia él sus brazos, hacia vanos esfuerzos para pronunciar una palabra que su lengua helada no podia articular; y cuando lo vió desparecer entre las espadas flameantes que amenazaban su pecho, exhaló un hondo gemido y cayó desplomada en los brazos de su hija, á tiempo que Esquivel, el jóven edecan de Heredia, entraba trayendo al general el aviso de que Fernando de Castro, agente de Braun y jefe de la conspiracion que se acababa de sofocar habia sido aprehendido.

En los ojos de Heredia brilló un rayo de gozo cruel, que al siguiente dia tuvo una sangrienta traduccion en numerosos y atroces suplicios.

Entre tanto, ordenó que se encadenase al prisionero y sele encerrase en uno de los calabozos del cuartel de San Bernardo, mientras se reunia el consejo de guerra que debia juzgarlo. Y sonriendo de un modo siniestro al dar esa órden, ofreció el brazo á su muger, y se retiró.