UNA QUERELLA
Era una noche de Enero, calurosa y sin estrellas. El cielo estaba cargado de sofocantes vapores, y ni la mas ténue ráfaga de brisa venia á refrescar la atmósfera, abrasada por el sol de un largo dia.
En las sombras revueltas del camino que conduce de la Magdalena ála portada de Juan Simon, corria un ginete montado en un brioso caballo negro.
El noble corcel parecia comprender la impaciencia de su dueño, y devoraba el espacio en fogoso galope.
Sin embargo, á estar dotado de reflexion, habríale asombrado el encontrarse corriendo á esa hora, él, habituado á reposar hasta el mediar de la noche en una fresca pesebrera, cercada de rosales, tapizada de sabrosa yerba, y acariciado por una blanca manita, en cuya palma comia biscochos esquisitos.
¿Por qué aquella noche le habia faltado todo eso? ¿Por qué habia cólera enel movimiento de la brida que lo conducia? Y lo que era peor, aun, ¿por qué