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DE LOS INSECTOS

sidades de la brecha, distribuirlo por todo el espesor de la parte arruinada, darle consistencia y aplanarlo. Dado el golpe de llana, el insecto se vuelve; golpea y comprime la obra con su ancha frente y la perfecciona con la punta de las mandíbulas. Esperemos un cuarto de hora, y la parte repasada será tan sólida como el resto de la corteza, pues el cemento fragua rápidamente. Por fuera se nota la reparación en el saliente irregular de la materia colocada, pues la llana no puede trabajar allí; pero dentro no hay indicio alguno de fractura. En el punto comprometido ha vuelto a aparecer el actual pulimento. El estucador que tapa un agujero en la pared de nuestras habitaciones no lo haría mejor.

Pero no paran aquí los talentos del gusano. Con su masilla sabe recomponer pucheros rotos. Expliquémonos. La parte exterior de la pera, que, comprimida y seca se convierte en robusta corteza, la he comparado a una tinaja para conservar los víveres frescos. En mis excavaciones—a veces en terreno difícil—me ocurría alguna vez que rompía esta tinaja con los golpes de mi azadilla mal dirigida. Entonces juntaba los cascos, volvía a ajustarlos poniendo el gusano en su sitio, y sujetaba el conjunto envolviéndolo en un pedazo de periódico.

Al llegar a casa encontraba la pera algo deformada, como es natural, llena de cicatrices, pero tan sólida como antes. El gusano había arreglado durante el trayecto su casa arruinada. La masilla inyectada en las hendeduras soldaba entre sí los pedazos, y dentro un espeso estuco reforzaba la pared. De modo que la corteza restaurada valía tanto como la corteza intacta, salvo las irregularidades del exterior. En su estuche, artística-