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LA VIDA

respetado las tribulaciones de la vida. En todos observo idéntica presteza de movimientos, igual destreza para amasar el pan de munición, que les permitirá soportar filosóficamente bajo tierra las primeras crudezas del invierno. En el trabajo de peloteros rivalizan los mancos con los otros.

Y estos amputados forman raza; pasan el invierno bajo tierra; se despiertan en primavera; suben a la superficie, y asisten por segunda vez, y a veces por tercera, a las grandes fiestas de la vida. Su descendencia debería aprovecharse de esta mejora que, repitiéndose todos los años desde que hay escarabajos en el mundo, ya ha tenido tiempo de estabilizarse y convertirse en costumbre perfectamente asentada. No hay nada de eso. Todo escarabajo que rompe su corteza sale, sin excepción alguna, con los cuatro tarsos reglamentarios.

¿Qué piensas de ello, teoría? Para las dos patas anteriores presentas una apariencia de explicación; pero las otras cuatro te dan un mentís formal. ¿Será que tomas por verdades tus fantasías?

¿Dónde está, pues, la causa de la original multilación del escarabajo? Confieso rotundamente que no lo sé en absoluto. Extraños son, en verdad, estos dos miembros mancos; tan extraños, en la interminable serie de los insectos, que han expuesto aun a los más preclaros maestros a equivocaciones lamentables. Escuchemos primero a Latreille, príncipe de la entomología descriptiva. En su Memoria concerniente a los insectos pintados o esculpidos por el antiguo Egipto en sus monumentos [1] cita los escritos de Horus Apo-

  1. Mémoires du Muséum d'Histoire Naturelle, tomo V, página 249.