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Italia ha sido en los últimos lustros un país lleno de inquietud intelectual. Varias ráfagas de renovación han soplado sobre sus ciudades, su gloria, su arqueología, su clasicismo y su retórica. En la Europa del siglo veinte, Italia ha sido una zona de activa fermentación revolucionaria.

Un día el modernismo, vaciado en moldes más audaces y menos polítios que la democracia cristiana de don Sturzo, intentó remozar y refrescar el catolicismo y la Iglesia Romana. Otro día el futurismo, incubado en un nido literario, quiso invadir bulliciosamente todos los planos de la vida italiana. Otro día, el pragmatismo importado de Norte América, inyectó en la mentalidad italiana un poco de novadosas ideas ultramarinas.

El nombre y la historia de Giovanni Papini están vinculados a dos de estos movimientos ideológicos. Papini ha sido futurista y ha sido pragmatista. Con el pragmatismo ha arremetido contra la filosofía del siglo diecinueve, sus hierofantes y sus doctores. Y con el futurismo ha cargado contra la literatura y el arte anquilosados y hieráticos de las academías.. Pero Papini, como escritor, no procede del haz futurista. Dió su adhesión al futurismo cuando era ya un escritor cuajado. Tenía escritos El Crepúsculo de los Filósofos, Lo Trágico Cotidiano y otros libros ilustres. Al futurismo lo llevaron el fuego, la exuberancia, la vitadlidad y la juventud de su edad bizarra y revolucionaria. Al futurismo se sintió atraído por la beligerancia altanera e iconoclasta de Marinetti y sus secuaces. Militaban entonces en el futurismo varios artistas unánimemente consagrados más tarde: Palazzeschi, Govoni, Folgore, Boccioni.

En su libro Experienza futurista (Valecchi Editore, Firenze, 1919) ha reunido Papini algunos recuerdos, algunos ecos y algunos trofeos de su épocade futurista. Allí están sus apóstrofes contra Florencia, calificada de ciudad de chamarileros y de mercaderes del pasado y de la tradición, "donde se llama crítico a Ugo Ojetti y orador a Isidoro del Lungo". Allí están sus contumelias contra la Roma de la Terza Italia y la filosofía idealista y hegeliana de Benedetto Croce, Allí están finalmente las razones de