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¡Amables romanos!...

¡Eh, silencio! ¡Oigámosle!

¡Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención! ¡Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle! ¡El mal que hacen los hombres les sobrevive! ¡El bien queda frecuentemente sepultado con sus huesos! ¡ Sea así con César! El noble Bruto os ha dicho que César era ambicioso. Si lo fué, era la suya una falta, y gravemente lo ha pagado. Con la venia de Bruto y los demás-pues Bruto es un hombre honrado, como son todos ellos, hombres todos honrados-vengo a hablar en el funeral de César. Era mi amigo, para mí leal y sincero; pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Infinitos cautivos trajo a Roma, cuyos rescates llenaron el tesoro público. ¿Parecía esto ambición en César? Siempre que los pobres dejaban oír su voz lastimera, César lloraba. ¡La ambición debería ser de una substancia más dura! No obstante, Bruto dice que era ambcioso, y Bruto es un hombre honrado. Todos visteis que en las Lupercales le presenté tres veces una corona real, y la rechazó tres veces. ¿Era esto ambición? No obstante, Bruto dice que era ambicioso, y, ciertamente,