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béis, un hombre franco y sencillo, que amaba a su amigo, y esto lo saben bien los que públicamente me dieron licencia para hablar de él. ¡ Porque no tengo ni talento, ni elocuencia, ni mérito, ni estilo, ni ademanes, ni el poder de la oratoria, que enardece la sangre de los hombres! Hablo llanamente y no os digo sino lo que todos conocéis. ¡Os muestro las heridas del bondadoso César, pobres, pobres bocas mudas, y les pido que ellas hablen por mí! ¡¡Pues si yo fuera Bruto, y Bruto Antonio, ese Antonio exasperaría vuestras almas y pondría una lengua en cada herida de César capaz de conmover y levantar en motín las piedras de Roma!!

¡Nos amotinaremos! CIUDADANO PRIMERO ¡Prendamos fuego a la casa de Bruto! CIUDADANO TERCERO ¡En marcha, pues! ¡Venid! ¡Busquemos a los conspiradores!

¡Oídme todavía, compatriotas! ¡Oídme todavía!