68
Silencio! Contemos la hora.
El reloj ha dado las tres.
Es tiempo de partir.
Pero es dudoso todavía, si vendrá hoy, o no, César, pues desde hace algún tiempo se ha vuelto supersticioso, abandonando la opinión primordial que tenía sobre visiones, sueños y presagios. Es posible que estos aparentes prodigios, el extraño terror de esta noche y el consejo de sus augures le impidan asistir hoy al Capitolio.
Nada temáis. Si resolviera tal cosa, yo le convenceré, pues le agrada escuchar que los unicornios pueden cazarse con árboles, los osos con espejos, los elefantes con hoyos, los leones con redes y los hombres con aduladores. Pero cuando le digo que detesta a los aduladores me responde que sí, a pesar de ser entonces más adulado. ¡Dejadme hacer! Yo daré a su humor la disposición más necesaria y le traeré al Capitolio.