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¿Bruto está enfermo? ¿Y es saludable salir descubierto y aspirar las emanaciones de la humeda alborada? ¡Qué! ¿Bruto está enfermo y abandona su sano lecho para exponerse al pernicioso contagio de la noche y desafiar a la humedad y al aire viciado, que aumentarán su mal? ¡No, Bruto mío! Vos encerráis alguna amarga dolencia dentro de vuestra alma, la cual, por los derechos y prerrogativas de mi puesto, me corresponde conocer. Yo os conjuro, en nombre de la hermosura que en algún tiempo se me ponderaba; por vuestras protestas de amor y aquel solemne juramento que nos incorporó, haciendo de los dos uno solo, que me confiéis a mí, que soy vos mismo, vuestra mitad, por qué estáis tan triste y qué hombres fueron los que se dirigieron a vos esta noche, pues había seis o siete que ocultaban sus rostros aun a la misma obscuridad.
¡No os arrodilléis, gentil Porcia!
¡No lo necesitaría si fuerais vos el antes gentil Bruto! En el contrato de matrimonio, decidme, Bruto, se estipuló que ignorase yo secretos que os concerniesen? ¿Soy yo vos mismo, pero con ciertas restricciones, como acompañaros a la mesa,