reportaría serían mutuas : ganaría el viajante y ganaría el país que visitara.
Hay, pues, una necesidad [jálenle de un idioma universal. El que atine á componer ó á inventar uno que llene esa necesidad conferirá un bien positivo á la humanidad y al progreso de la civilización.
Ya que hoy se trata de generalizar el sistema métrico, de unificar las leyes postales, las monedas, etc., ¿por qué no podríamos adoptar también una lengua universal? Pero no basta que se invente una lengua llamada universal; es preciso que esa lengua sea simpática al público y que sea fácil de aprender.
Varios se han ocupado, antes que nosotros, en este asunto : confesamos que no hemos estudiado sus sistemas.
La idea de un idioma general nos vino, hace años, en América, viajando por entre poblaciones de indígenas cuya lengua no entendíamos entonces, pero que la necesidad y la afición á esa clase de estudios nos indujeron á estudiar más tarde. ¡Se siente uno tan pequeño, tan débil y casi se puede decir tan ridículo cuando no comprendemos lo que se nos dice!...
Si se lograse que los niños al aprender, en la escuela, su idioma nacional, aprendiesen también un idioma universal, esas dificultades desaparecerían, y muy pronto se formaría una literatura universal con sus libros y periódicos eri los cuales se tratarían las cuestiones de interés general.
Los idiomas existentes se han ido formando paulatinamente, ayudándose unos á otros y sufriendo constantes