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DE SÓCRATES

en mi oído enseñándome cómo debo obrar? ¿Pues los que consultan los cantos de las aves ó los pronósticos de los mismos hombres, no se dejan influir tambien por sonidos articulados? ¿Quién puede negar que el trueno sea una voz y el más grande de todos los presagios? ¿Pues la Pitonisa colocada sobre la trípode, no se vale tambien de la voz para pronunciar los oráculos de su Dios? En una palabra, que Dios conoce y revela a quien le place el secreto de lo porvenir: he ahí todo lo que yo digo, que es lo mismo que dicen y piensan los demás. Pues bien, los demás llaman á todo eso augurios, pronósticos, presagios, profecias; yo le llamo Génio (Daimonio); y creo que, llamán.

dolo así uso un lenguaje más verdadero y más piadoso qne los que atribuyen á las aves el poder de los dioses. Y la prueba de que no miento contra la divinidad es, que cuantas veces he manifestado á mis numerosos amigos los consejos de Dios, jamas les he parecido engañado[1]


  1. Si consideramos la atención religiosa con que Sócrates seguía la voz de Dios en el espíritu, debemos inferir que Sócrates miraba el conocimiento de la Razón divina que rige el mundo, además del de la Naturaleza que nos rodea, como el fundamento del recto conocimiento propio.