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DE SÓFOCLES

ISMENA

¿Qué ocurre, Antígona? Tus palabras revelan una gran agitación.

ANTÍGONA

¡Pues qué! ¿No acaba Creonte de conceder preferentemente á uno de nuestros dos hermanos el honor de la sepultura, privando de él al otro indignamente?—A Etcocles, por un decreto equitativo y justo, le ha hecho sepultar, dicen, con los honores debidos á los manes:—y, por lo que hace al cadáver del desgraciado Polynice, se ha pregonado una orden, prohibiendo á los ciudadanos que le sepulten ni le lloren, para que, abandonado, sin honras fúnebres, ni duelo, sirva de preciado pasto á las aves carniceras[1]. Ya sabes, hermana, lo que


  1. La privación de sepultura era considerada en la antigüedad como el más horrendo castigo, dado el concepto que se tenía de la vida de ultratumba. A los que no habían recibido los honores fúnebres, los creían eternamente condenados á andar errantes por las márgenes de la Stygia. Con gran propiedad pone nuestro poeta en los lábios del patriota griego:

    .....¡Antes el cielo
    Mis yertos miembros insepultos cubra, etc.