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VII—CORO DE ISLAS GRIEGAS
nos convertimos, para de orla servirle, en oasis de los mares.
LAS EQUINADES
Ninfas también, hijas del Aqueloo, con tantos lirios, nenúfares y junquillos ornamos los altares de otras divinidades, que para el de nuestro padre quedónos tan sólo hojarasca, troncos y ramiza.
Con horrísono grito aplayó el río, saltando como león en su carrera; nosotras, hacia el mar por el atajo, sorteamos su terrible embate; mas al rebasar sus bocas, entre escollos y nubes de espuma, su feral resuello nos convirtió en peñas, donde Proteo á apacentar viene sus focas.