Encimarse ansían las tajantes proras, cual boas enardecidas al al sol del desierto, para, una ú otra, revolcándose morir; y rueda como un carro el trueno de la guerra, haciendo de polo á polo traquetear el orbe, temeroso como ellas de irse á fondo.
Así, en tarde calinosa de estío dos negruzcos nubarrones recién formados, bramadores se acometen no bien se divisan y, atraídos por el ardor de sus entrañas, se espacian al acercarse, haciendo trepidar los montes del rayo al estampido.
Aférranse con estridor y quejumbre, cual corpudas torres que se derrumban tronzando un pinar á su caída; y, entre ayes, vocería y salvajes alaridos, resuena lúgubre el grito de abordaje, mientras cien hachas muerden como mastines.
Á la lucha feral y carnicera mezcla sus aúllos la negra tempestad, acanalada súbitamente por el ábrego; y